Cuando oímos hablar de los ritmos circadianos, suele ser en relación al jet lag, ese desequilibrio producido entre nuestro reloj interno (el que nos marca los períodos de sueño y vigilia) y el nuevo horario al que llegamos tras un largo viaje en avión. Sin embargo, parece que también puede verse afectado tras una noche de excesos alcohólicos.
El grupo que dirige David Glass quería saber si el alcohol también afecta a nuestros biorritmos, como parecen indicar los efectos sufridos por cualquiera que haya tenido resaca alguna vez. Para ello utilizaron varios grupos de hámsteres en tres grupos, unos bebían agua sola y otros con alcohol. Y tras ello estudiaron cómo respondían a diferentes intensidades de luz.
De sus estudios fisiológicos me han llamado la atención dos de sus resultados. El primero es que los que han bebido alcohol están menos activos durante el día y se mueven más de lo normal en su tiempo de descanso. Tras un consumo crónico, a pesar de volver a beber agua, los hámsteres se despertaban mucho antes tras estimularlos con un poco de luz. Justo lo que les pasa a los alcohólicos que dejan de beber.
Finalmente, una interesante observación práctica: una luz brillante por la mañana ayuda a reajustar el reloj biológico. Así que ya sabéis, cuando la mañana de la resaca os abren las ventanas de par en par, os están haciendo un favor ayudando en vuestra recuperación.
Referencia:
C Ruby, A Brager, M DePaul, R Prosser, J Glass. Chronic ethanol attenuates circadian photic phase resetting and alters nocturnal activity patterns in the hamster. Am J Physiol Regul Integr Comp Physiol 2009; 297(3): R729-37.