A todos nos han contado que evolutivamente un murciélago es un ratón con alas. Y aunque es simplificar en exceso, en el fondo, es verdad. Hace unos 90 millones de años, el antecesor de ambos comenzó a diferenciarse en los dos grupos de animales que hoy día conocemos como murciélagos y ratones. Pero, ¿cómo puede transformarse un brazo en un ala?

Esa misma pregunta se la lleva haciendo Chris Cretekos hace tiempo. Y parece que sus últimas investigaciones aclaran bastante bien los detalles de cómo se ha podido producir esta evolución.
Los biólogos saben que el brazo del ratón es casi igual que el ala de un murciélago: con su húmero, su cúbito y su radio; incluso las falanges de los dedos… Se podría decir que la única diferencia es la longitud de estos huesos.
El grupo dirigido por Richard Behringer se había fijado en un gen que regula el crecimiento de los huesos del ratón. Aunque existe tanto en ratones como en murciélagos, el gen de ambas especies es casi idéntico y, por sí mismo, no puede explicar que los huesos del brazo del ratón sean más cortos que los del ala del murciélago.
Pero si se sabe mirar, se pueden encontrar diferencias. Analizando el desarrollo de los embriones, vieron que el gen en cuestión estaba más tiempo activo en los murciélagos que en los ratones. Y en el murciélago, había más en el ala que en las patas. Esa podría ser la explicación, pero querían saber por qué.
Para averiguarlo, estudiaron una secuencia de ADN que regula de los niveles de expresión de este gen. Eran parecidas, pero no eran iguales del todo. Aunque pensaron que ahí estaba la explicación, todavía les faltaba demostrarlo.

Para hacerlo crearon un ratón que, en lugar de tener la secuencia reguladora propia, tenía la de un murciélago (Carollia perspicillata). No salió un murciélago, ni un ratón con alas, ni el ratón de Frankenstein. Como vemos en la imagen que nos ha enviado Chris Cretekos, los huesos de las extremidades de los embriones fueron más largos de lo habitual. Para ser exactos, un 6% más.
No parece mucho, pero no debemos olvidar que no existe un gen “para” el ojo o el brazo, sino que hay un gran número de genes que regulan cada aspecto de los seres vivos. Los colores de los guisantes de Mendel, son una excepción a la norma.
Por otro lado, estos resultados explican otro aspecto de la evolución: no es imprescindible un cambio en los genes que producen proteínas, también pueden participar los genes encargados de regular la expresión de los anteriores.
Referencia:
CJ Cretekos, Y Wang, ED Green, NISC Comparative Sequencing Program, JF Martin, JJ Rasweiler & RR Behringer. Regulatory divergence modifies limb length between mammals. Genes & Dev. 2008; 22: 141-151.
Un murcielago no es un ratón con alas, nisiquiera tiene mas que ver con ellos que nosotros…
Efectivamente tienen un antepasado común, como todos los mamiferos, ya que todos descienden de los pequeños insectívoros que se desarrollaron después de los disnosaurios.
Probablemente los murcielagos evolucionaron a partir de pequeñas musarañas arborícolas que saltaban de árbol en árbol.
Por supuesto que un murciélago NO es un ratón con alas, es simplemente una forma de simplificar en exceso para intentar de explicar que tienen un antepasado común.
Un murciélago es un murciélago…
No es nada científico pero…
http://www.furaffinity.net/view/1161763/
http://www.furaffinity.net/view/1485282/
Que no lo he dicho, está muy interesante este post 😉
Me alegra que te haya gustado. La verdad es que es una investigación bastante curiosa.