La intolerancia a la lactosa

La evolución no es un proceso lineal que dirige a los seres vivos hacia un sitio determinado. Y un claro ejemplo es la aparición de la capacidad de beber leche de los adultos humanos, la cual ha surgido de manera independiente en al menos cuatro ocasiones y a través de modos diferentes.

La intolerancia a la lactosa
¿Algún intolerante a la lactosa?

Aunque suelo beber más de medio litro de leche al día, lo normal para un ser humano adulto es no ser capaz de digerir la lactosa, el azúcar más abundante en la leche. Y al ser intolerantes a la lactosa, la leche (que no el queso o el yogur) les provoca desde gases y náuseas hasta vómitos y diarrea. La causa es que cuando cumplimos unos dos años de vida, la enzima encargada de digerir la leche deja de producirse.

Tiene su sentido, ya que la lactancia es uno de los primeros anticonceptivos conocidos. Estos efectos adversos de la leche ayudan a destetar a los bebés y hacen que las mujeres vuelvan ser fértiles y puedan tener más hijos.

Pero hace unos 9.000 años comienza la ganadería y con ella aparece una fuente muy interesante de energía: la leche. Tan nutritiva que el ser capaz de aprovecharla compensaría el hecho de tener menos hijos debido a lactancias más prolongadas. Vamos, que se dio el caldo de cultivo ideal para que una mutación que evitara que se dejara de producir la enzima en cuestión (la lactasa) fuera algo favorable en lugar de una desventaja.

Y eso es lo que ocurrió en una población de ganaderos europeos hace unos 5.500 años. Una pequeña mutación, descubierta en 2002, hace que el promotor de la lactasa de los europeos sea mucho más activo que el original. Y por tanto, tenemos mucha más lactasa que nos hace digerir la leche. Bueno, no todos los europeos: principalmente los holandeses, el 99% de los suecos y cada vez menos gente según nos dirigimos hacia el sur de Europa.

Varias mutaciones para un mismo efecto

Ya en África, tan sólo un 5% de la gente es capaz de digerir la leche. Eso sí, esas personas no tienen la mutación que poseemos los europeos. El motivo por el que ciertas poblaciones que se dedicaban a la ganadería en África podían digerir la leche fue un misterio hasta el año pasado cuando los científicos identificaron tres nuevas mutaciones que causaban que el gen de la lactasa no dejara de expresarse.

Junto con la mutación europea, son un típico ejemplo de convergencia evolutiva, la obtención de un mismo resultado por caminos distintos. Así, estas cuatros mutaciones han sido seleccionadas, no ya por la naturaleza, si no por las costumbres de estos hombres a los que se les ocurrió domesticar el ganado…

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