A mediados de mayo mis hijos y yo estuvimos disfrutando de Venus con el telescopio de su abuela. Como no podía ser de otra manera, acabamos hablando de Galileo y del heliocentrismo.
Durante ese mes Venus se encontraba a «apenas» unos 65 millones de kilómetros de la Tierra, por lo que fue el astro más brillante que encontramos esas noches. A pesar del tremendo brillo que presentaba, nos llamó la atención que al observarlo con el telescopio era apenas un hilillo, unos finos cuernos como cuando la luna está en menguante, en este caso un Venus muy menguante.
El primero en observar las fases de Venus fue nuestro admirado Galileo Galilei quien, el 1 de enero de 1611, escribía a modo de acertijo a Guiliano de Medici que «la madre de los amores imita las fases de Cintia». Su mensaje quería decir que Venus (la diosa del amor) imitaba las fases de la Luna (Cintia es la diosa de la luna).
En su cabeza tenía muy claro que la conclusión era que Venus orbitaba alrededor del Sol, pero ¿cómo llegó a esa conclusión?
Las fases de Venus apoyan el heliocentrismo
El modelo de Ptolomeo, geocéntrico, consideraba que todos, la Luna, los planetas y el Sol giraban en torno a la Tierra. Con las estrellas, la Luna y el Sol el modelo funcionaba bastante bien, pero para poder explicar los movimientos retrógrados que presentan los planetas en el cielo tuvo que inventarse una cosa llamada epiciclo. Puede costar entenderlo, pero viene a ser que los planetas van girando alrededor del círculo que representa su órbita alrededor de la Tierra.
Al situarse Venus entre la Tierra y el Sol el modelo de Ptolomeo preveía que la madre de los amores presentara fases iguales a las de la Luna. Sin existir todavía los telescopios, la geometría aplicada a los astros señalaba además que nunca seríamos capaces de ver un Venus lleno o casi lleno. Por eso, unos mil quinientos años después, Galileo escribiría maravillado al astrónomo Cristóbal Clavio que Venus se podía ver «durante muchos meses perfectamente circular». ¡Venus imitaba las fases de Cintia!
El heliocentrismo como teoría más estética
Si bien las fases de Venus descartan el modelo geocéntrico, por sí solas no apoyan exclusivamente al modelo heliocéntrico de Copérnico. A veces se nos olvida que hacía unos años Tycho Brahe había propuesto que el Sol y la Luna giraban alrededor de la Tierra inmóvil, mientras que Marte, Mercurio, Venus, Júpiter y Saturno lo hacían alrededor del Sol. Esta teoría intermedia también predice que la diosa de los amores imitaría las fases de Cintia. ¿Por qué Galileo se inclinó entonces por el modelo de Copérnico?
Como científico, yo me hubiera inclinado también por Copérnico. Eso de que unos giren alrededor de Sol y otros de la Tierra parece muy jaleoso, es poco elegante. Los científicos presumimos de ser muy racionales, pero la estética de nuestras hipótesis es más importante de lo que creemos. Como explica César Tomé López, «la opción de Galileo por un sistema heliocéntrico era instintiva, estética, si se quiere, pero no estrictamente racional».
Para Galileo, la madre de los amores «va en torno al Sol, centro sin duda alguna de las máximas revoluciones de todos los planetas». Y la teoría más estética resultó ser la verdadera.
Para acabar, os dejo los dibujos de las fases de Venus con las que Galileo empezó a cambiar nuestra forma de ver el universo.