No podía parar de llorar. Todavía no he aprendido las palabras que necesito para explicar un dolor tan espantoso. Nunca en toda mi vida había sentido algo así.
Era como si los huesos quisieran salirse de mi cuerpo. A cada latido de mi corazón sentía como se iba abriendo mi cuerpo. Pum, una cuchillada. Pum, se rompía mi cuerpo. Pum, sentía que me moría.
Hasta que llegó mi abuela.
Me sacó de la cuna, mordí uno de sus dedos con todas mis fuerzas y volví a quedarme dormido en sus brazos.
