Todos los seres vivos estamos formados por células. Y dentro de ellas encontramos las proteínas, las grasas y los hidratos de carbono de los que estamos formados. Como no podía ser de otra manera, en nuestras células ¡también está el ADN!
El ADN es la molécula en la que se almacena la información para que las células se formen y lleven a cabo sus funciones de un modo correcto. Esta información se organiza en unos fragmentos llamados genes que se trasmiten de padres a hijos. El ADN contiene la información necesaria para que, por ejemplo, nuestro pelo sea liso o rizado o para que un tomate sea pequeño y redondo o grande y con bultos.
Con productos que podemos encontrar en cualquier casa se puede extraer y guardar nuestro propio ADN. ¿Te animas a hacerlo?
Ingredientes:
Antes de empezar, hay que preparar los productos que vamos a necesitar:
- Ponemos a enfriar el alcohol de farmacia (cuanto más frío, mejor).
- En un vaso con agua, disolvemos una cucharada de sal y otra de bicarbonato.
- En otro vaso con agua, disolvemos tres cucharadas de lavavajillas sin crear espuma
Ahora, nos enjuagamos el interior de la boca con una pequeña cantidad de agua durante medio minuto. La células de las mejillas y las encías se despegan con mucha facilidad, así que cuando devolvemos el agua a un vaso veremos que está turbia. Eso sí, lo mejor es evitar que vaya saliva.
A la muestra de agua con nuestras células le tenemos que añadir ahora una cucharada del agua con la sal y el bicarbonato. Lo mezclamos bien y realizamos un paso un poco complicado: añadir una cucharada de agua con detergente y remover bien sin que se forme espuma. La mejor forma de hacerlo es sujetar con la punta de los dedos el borde del vaso y hacer movimientos circulares con la muñeca.
En el último paso vamos a utilizar una característica del ADN: es soluble en agua, pero cuando se encuentra en alcohol se desenrolla y se hace insoluble. Así que inclinamos el vaso y, con mucho cuidado, dejamos resbalar sobre la pared del vaso una cucharada de alcohol lo más frío posible. ¡Sin que se mezcle con el agua!
Esperamos un minuto sin mover el vaso y entonces podremos ver que entre las dos capas (alcohol arriba y agua con detergente abajo) aparecen unas burbujitas muy pequeñas. A su alrededor podrás observar unos hilitos blanquecinos y esponjosos: ¡tu propio ADN!
Ahora, con un palillo hay que recoger las hebras de ADN sin mezclarlas con agua o el alcohol donde se volvería a disolver y sin tocar las paredes del vaso donde se quedarían pegadas. Cuando lo tengamos, podemos guardarlo en un botecito con alcohol donde puede durar mucho tiempo.
[…] ¡Llévate tu ADN a casa!: con productos de cualquier cocina podemos extraer el ADN de los chavales de Monesterio. […]