Los mamíferos tenemos un tipo de grasa llamada parda que disipa la energía que producen sus mitocondrias en forma de calor. Algo muy útil cuando tenemos frío.
Pero este truco de alterar la producción de energía en las mitocondrias para producir calor también lo usan las plantas.
En el caso del Aro (Arum maculatum), modifica la fosforilación oxidativa en su espádice. Los electrones que se bombean son canalizados de forma diferente y su desequilibrio a los dos lados de la membrana interna de la mitocondria va a ser menor. Esto significa que tienen menos capacidad para producir energía química en forma de moléculas de ATP. Pero el trabajo gastado en producir esos electrones genera calor dentro de las células. Tanto calor que, independientemente de la temperatura ambiente, las inflorescencia puede llegar a alcanzar los 35 ℃.
Y al igual que pulgas y mosquitos son capaces de encontrar a sus víctimas por nuestra alta temperatura (una de las desventajas de ser de sangre caliente), existen diversos tipos de insectos que se sienten atraídos por la «savia caliente» del Aro y acabarán polinizando sus flores.
Como podemos ver, no solo se puede atraer a los insectos con colores u olores llamativos…
Referencia:
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S Sunderhaus, J Klodmann, C Lenz & H-P Braun. Supramolecular structure of the OXPHOS system in highly thermogenic tissue of Arum maculatum. Plant Physiol Biochem. 2010; 48(4):265-272.
Excelentes datos. Muchas gracias !!!!!!!