Aunque lo habitual en un túnel de viento sería encontrar coches o aviones, algunos científicos han decidido meter también polillas.
Así por ejemplo, en el Max Planck Institute for Chemical Ecology de Jena (Alemania) los investigadores Bill Hansson y Markus Knadenes estudian cuánta energía gasta la polilla Manduca sexta cerniéndose frente a una flor y la comparan con la energía que obtiene de su néctar. Para ello, claro, necesitan poner a la polilla en un túnel de viento como si fuera un bólido de Fórmula 1 cualquiera…
En el estudio que acaban de publicar en la revista Nature Communications muestran que además de lo que dijo Charles Darwin de que su proboscis encaja a la perfección con la flores del género Nicotiana, estas polillas se sienten atraídas por los aromas de las flores que les proporcionan más calorías que las que gastan cuando vuelan sobre ellas para alimentarse. ¿Curioso, no?