A raíz de un caso cercano, me gustaría recalcar la importancia de la responsabilidad personal en la lucha contra el coronavirus.
Empezamos con una mujer adulta cuyos dos padres tienen covid. El viernes tiene fiebre y tose. A pesar de eso, su marido va a la barbacoa dominical con sus hijos para ver a los otros abuelos y a 19 familiares más. Pasan el día juntos y sin mascarillas. Pero no se me pongan nerviosos, no son adolescentes de botellón.
El lunes le confirman el positivo a la mujer y el marido va al centro de salud a pedir que se le hagan la PCR a él. Eso sí, nadie avisa a los otros 18 con los que pasaron el día juntos (¿?).
El jueves le comunican el positivo al marido y le preguntan por sus contactos. Dice que sus hijos y sus padres, ¡pero nada de los hermanos y sobrinos con los que pasó el domingo!
Ahora ya sabemos que sus dos hijos han dado positivo y que alguno de esos hermanos están ya tosiendo. Ninguna de esas 20 personas han dejado de ir al trabajo o al colegio, ni se han confinado en sus casas.
Si preguntamos a cualquiera de esta familia sobre las causas de la segunda ola en España, estoy seguro de que nos explicarán que las autoridades no contratan rastreadores ni sanitarios…